Premio El Colombiano Ejemplar
Puras ganas de pasear en la finca!
Cambiarle el chip a la gente para que a la hora de planear sus vacaciones pensara en opciones diferentes a la playa, la brisa y el mar, ha sido el propósito de Luis Fernando Ramírez Echeverri, un COLOMBIANO Ejemplar que puso en la agenda de miles de personas las fincas y alojamientos rurales.
Un desayuno en el restaurante La Brasa, de Calarcá, Quindío, fue el comienzo en 1992 de lo que sería el proyecto de turismo rural que se ha convertido en una importante fuente de ingresos para ese departamento.
"Un amigo, Jorge Enrique Cárdenas, que era el dueño del restaurante, me regaló los desayunos. Invité a 20 personas y asistieron 12", recuerda Luis Fernando.
Ramírez, quien en ese entonces era asesor de Turismo de la Gobernación, eligió a Calarcá. Y es que después de realizar una encuesta en los municipios del Quindío para mirar las posibilidades de emprender una empresa turística, estableció que esta localidad era la que tenía en mejor estado las viviendas tradicionales de la colonización antioqueña.
Les explicó a sus invitados que podrían alquilar la finca 30 días al año, les presentó las proyecciones de tarifas y ganancias que le hizo su hermana Luz Marina, quien es economista.
Un buen negocio
De los 12 invitados, cuatro dijeron que sí, cuatro que no y cuatro más que lo pensaban. Pero a la hora de dar la definición, solo dos se metieron en el proyecto: Sonia Montoya, dueña de la finca Gran Chaparral; y la familia Jiménez, de la finca Villa Laura, ahora conocida como Hostal El Edén.
Ese primer año hospedaron a 315 personas. Al siguiente, los finqueros se dieron cuenta que era un buen negocio, 22 más se sumaron al proyecto y recibieron 3.286 huéspedes. Luego pasaron a 47 fincas y recibieron 7.916 turistas.
Pero el boom comenzó en 1995 cuando el Parque Nacional del Café abrió sus puertas. La novedad de visitar el primer parque temático del país hizo que cada vez llegaran más personas que querían quedarse en fincas y casas campesinas.
Ahora hay más de 600 alojamientos rurales que reciben unos 500.000 turistas al año. Esto representa para el Quindío unos 200.000 millones de pesos.
Mucho para mostrar
Luis Fernando es un enamorado de su departamento, de las artesanías que allí se elaboran -por algo fue el promotor de la feria artesanal del Quindío- y cuando habla de las posibilidades turísticas comienza a enumerar lugares reconocidos como los parques temáticos o corredores como el valle del río Cocora, donde crece la palma de cera, "un símbolo patrio".
Esa pasión por su pueblo y sus tradiciones lo llevó a meterse hace 20 años en un proyecto loco: el desfile Yipao. "Ustedes los paisas dicen que cuando los silleteros pasan es Antioquia la que pasa. Para nosotros el sentimiento es el mismo con el Yip que es nuestro vehículo tradicional".
Cuando se le pregunta si la platica de los estudios de Derecho se perdió, se ríe y asegura que no. Por algo su tesis de grado fue sobre la legislación turística del Grupo de los Tres, integrado por Colombia, Venezuela y México.
El Derecho también fue la puerta para ejercer cargos públicos y convertirse en el primer secretario de Turismo del Quindío y para ejercer como concejal de Armenia.
No sabe si volverá a la vida política, pero sí está seguro de que lo suyo es mostrar rincones desconocidos llenos de gente amable.